Porque mirar lo viejo como si fuera nuevo y reconstruír antiguos votos, no es más que caer en la ilusión efímera del cambio.
Porque hay una esencia en cada uno que nos hace únicos, particulares, que no se modifica desde el afuera.
Porque confundir nostalgia con realidad y mixturarla nos desorienta y nos aturde hasta verse creíble.
Porque siempre hay una razón que solo es una excusa.
Por creer que es exactamente eso lo que queremos, cuando no sabemos dónde plasmar nuestros deseos genuinos.
Porque pareciera que la soledad aprisiona más nuestras gargantas que la prensión de un par de situaciones que ahogan.
Porque se escucha el trino solo por momentos, y al alba nos sobresalta el graznido agudo del ave rapaz que se cobija recia en los pliegues de una almohada herida.
Porque no hay peor derrota que una victoria a medias.
Porque observamos cómo el pie cansado vuelve a tropezar con las piedras que otrora decidimos apartar y hacer a un lado. Y otra vez y muchas veces volvemos, solitos, al camino de guijarros viejos, a trastabillar, a sentir cómo nos revuelcan en un desierto oscuro, que se ve como espejismo fulgurante. Solo luces de neón que confunden y encandilan a esa vorágine insaciable que traga todo y pide más, siempre más.
LO QUE VEO, LO QUE ESCUCHO, LO QUE PIENSO…
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